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Residuos y subproductos de la industria alimentaria en Navarra

En el siguiente documento se realiza una estimación de la cantidad de residuos más subproductos (R+Sb) generados en los principales sectores de la industria alimentaria en Navarra.

Para ello se buscaron datos estadísticos de distintas fuentes (Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Gobierno de Navarra, MERCASA, etc.) sobre la producción de materias primas y/o productos procesados, a los que se les aplicó diversos coeficientes para calcular la cantidad de R+Sb. Estos coeficientes se obtuvieron a partir de referencias previas como AWARENET, PROBIOGAS, y otras.

La cantidad global obtenida ronda las 200.000 toneladas anuales, procedentes principalmente del procesado de cereales (harina, malta), hortalizas (sobre todo tomate, en menor medida alcachofa, espárrago, etc.), sacrificio de animales (sobre todo aves y porcino), y también del sector lácteo (queso), vinícola y del aceite de oliva.

Conviene señalar que una gran parte (que no se ha podido cuantificar con precisión) de estos R+Sb tienen un aprovechamiento inmediato, por lo que deben ser considerados como subproductos, y no como residuos (ver la distinción entre uno y otro en una entrada anterior).

Aprovechamiento del lactosuero

En la elaboración del queso, una vez obtenida la cuajada, esta se rompe y se introduce en moldes para formar los quesos. El líquido que se desprende es el lactosuero. De forma aproximada, por cada 100 litros de leche inicial, entre 80 y 90 litros se convierten en lactosuero. Se trata por lo tanto de un subproducto que se genera en cantidades enormes.

Además de agua, en el lactosuero hay valiosos nutrientes, en particular las proteínas solubles de la leche que no coagulan en el proceso de cuajado, además de sales, lactosa y otros componentes.

Una práctica común y en principio adecuada, es la utilización de este lactosuero para alimentar el ganado, sobre todo porcino. Esto es posible si en en la misma quesería o en las proximidades existe una explotación ganadera que haga uso del subproducto. Cuando no es así, es común su vertido (esto depende del ámbito geográfico y del tamaño de la empresa quesera).

En los países más desarrollados, y en las grandes empresas queseras, es relativamente habitual que el lactosuero se procese mediante distintas técnicas (concentración por evaporación, separación por membranas, secado por atomización, fermentación, etc) para obtener productos (lactosuero en polvo, concentrados, aislados e hidrolizados de proteínas, etc), que tienen a su vez diferentes usos en alimentación humana y animal y en otros ámbitos.

Este video del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria de Argentina (INTA) habla de una iniciativa de este tipo orientada hacia los pequeños y medianos productores de queso.

Cambiando radicalmente de contexto, encontramos también este otro video publicado en EEUU por «Muscle & Strength». Obviando algunas afirmaciones un tanto bucólicas sobre el cuidado del ganado y otras un tanto «vigoréxicas» sobre las bondades del producto final, el video permite hacerse una idea de cómo es una planta moderna en la que mediante tecnología de separación de membranas y secado, se obtiene proteína de suero lácteo, y se utiliza para elaborar preparados alimenticios destinados a deportistas.

Jonathan Foley: la otra verdad incómoda

El siguiente video es una presentación de Jonathan Foley en el marco de las TED Talks, que muestra de una forma muy gráfica las dificultades que entraña el reto de lograr una producción de alimentos a nivel mundial medioambientalmente sostenible y suficiente para a la creciente población mundial.

Se titula la «otra verdad incómoda», haciendo alusión al famoso documental de Al Gore «la verdad incómoda». Está en inglés y se puede subtitular en castellano.

Jonathan Foley es uno de los investigadores de mayor prestigio mundial en ciencias medioambientales. En este enlace de la Academia de Ciencias de California se hace una semblanza de su trayectoria.

Alimentar al mundo en 2050: referencia bibliográfica

En el año 2010 la editorial The Royal Society (Reino Unido) editó un número en acceso abierto de su publicación Philosophical Transactions B titulado «Food Security: feeding the world in 2050«.

Cuenta con 21 artículos en los que se hace una revisión muy completa de los muchos aspectos implicados en el desafío de poder alimentar a una población mundial que se prevé ronde los 9.000 millones de personas a mediados del presente siglo.

Se tratan temas que tienen que ver con las proyecciónes de crecimiento de la población, el proceso de urbanización de la misma, y la consiguiente variación de la cantidad y tipo de alimentos demandados, muy particularmente de productos de origen animal (carne, leche, pescado, etc.).

Se tratan específicamente temas relativos al futuro de la producción de pescado (pesca y acuacultura), de carne, leche y productos derivados.

De las consecuencias futuras de la producción de alimentos en recursos tales como: agua, tierra y energía. De su efecto en el cambio climático, y viceversa, del efecto del cambio climático sobre la productividad agrícola.

De cuestiones relativas al comercio de alimentos en una economía globalizada, a la volatilidad de los precios de los alimentos, y a la propia incertidumbre existente en los estudios que analizan y trata de establecer modelos teóricos sobre el futuro de los sistemas alimentarios.

Del papel de la I+D, y la tecnología sobre cuestiones tales como la productividad agrícola en este contexto.

Y también hay un capítulo dedicado específicamente a las pérdidas de alimentos (Food waste within food supply chains: quantification and potential for change to 2050).

El mayor problema del consumo de carne es medioambiental

Estos días hay mucho revuelo con el estudio de la OMS acerca de la relación entre el consumo de carne procesada y carne roja y el riesgo de padecer cáncer, sobre todo de colon.

Esta relación es cierta, pero asociado a la producción de carne (y en general a los productos de origen animal) hay otro problema mucho más relevante, el medioambiental. La noticia publicada hoy en El País («El mundo come carne por encima de sus posibilidades») trata de este tema. Hace unos días publiqué una entrada sobre el documental «cowspiracy: el secreto de la sostenibilidad» que incide de una forma muy impactante sobre lo mismo.

Producir ganado (y leche) requiere un uso de tierra y un consumo de agua enormes para cultivar los cereales (maíz principalmente) y leguminosas (soja principalmente) que constituyen (cada vez más) la base de su alimentación. También lo es la generación de gases de efecto invernadero:  las famosas emisiones de metano del ganado vacuno, pero también las emisiones de óxido nitroso asociadas la utilización de los fertilizantes nitrogenados para producir el grano del que se alimentan. También tiene un imporante impacto medioambiental la generación de residuos (purines, estiércoles).

En «occidente» consumimos (y desperdiciamos) una gran cantidad de productos de origen animal, mucho más de lo que necesitamos, y mucho más de lo saludable. Deberiamos reducirlo.

El consumo per capita en los países en desarrollo es generalmente bajo, mientras que en los países en transición, como China, no deja de crecer. Las implicaciones medioambientales de todo esto son tremendas.

Documental «Cowspiracy»

Cowspiracy el secreto de la sostenibilidad es un documental del año 2014 que parece estar causando un efecto mediático importante, sobre todo en EEUU. Sus autores, Kip Andhersen y Keegan Kuhn, ambos estadounidenses, ponen de relieve el impacto de la producción animal sobre el medioambiente y, principalmente, persiguen denunciar el hecho de que, a su juicio, ni las administraciones medioambientales ni muchas de las grandes organizaciones ecologistas tienen este tema entre sus objetivos prioritarios.

El documental está disponible en Netflix. También se puede descargar en su página web http://www.cowspiracy.com/.