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Críticas a la Ley española de prevención de las pérdidas y desperdicio

El proyecto de Ley de Prevención de las Pérdidas y el Desperdicio Alimentario ha recibido algunas críticas desde frentes diversos.

En este articulo de opinión publicado en el Blog Plantea Futuro de El País, y firmado por Cristina Romero (iniciativa ”No al despilfarro de alimentos en comedores escolares») en nombre del colectivo #LeySinDesperdicio. Este colectivo agrupa a un buen número de organizaciones vinculadas a la lucha contra las pérdidas y desperdicio de alimentos. Afirman que la ley es poco ambiciosa, que se necesita una ley verdaderamente «transformadora», que debe ir al origen y «centrarse en la prevención de las pérdidas y el desperdicio, y evitar que se generen excedentes alimentarios a lo largo de la cadena: es mejor prevenir que curar». Hacen hincapié en que la ley debe ser más precisa en sus definiciones clave y más explicita a la hora de establecer la necesidad hacer un buen diagnóstico de la situación y la exigencia de que los diferentes agentes de la cadena cuantifiquen el desperdicio de alimentos. Para ello las administraciones deberían dotarse de mecanismos y recursos para impulsar dicha cuantificación y acometer la necesaria vigilancia.

10 puntos para una #LeySinDesperdicio:
1. ¡Mejor prevenir que curar! Y en cuestión de desperdicio alimentario más. Debemos cambiar la lógica: producir lo necesario para evitar desperdiciar y no tener que gestionar las pérdidas.
2. No podemos solucionar lo que no conocemos. Es imprescindible medir el desperdicio en todas las fases de la cadena alimentaria: desde el campo a la mesa. Con metodología adecuada a cada uno de los actores y recursos necesarios para poder evaluar a futuro.
3. Necesitamos medir cuánto, pero también CÓMO se desperdicia, para adecuar las soluciones a cada situación.
4. La rebusca o espigueo en los campos de cultivo es un mecanismo que reduce el desperdicio y ayuda a cuantificar las pérdidas en la fase de producción.
5. Una ley es más efectiva cuanto menos espacio deje a la interpretación. Por eso, necesitamos precisar las definiciones clave de manera objetiva: desperdicio, pérdida, etc
6. La medición de las pérdidas y el desperdicio alimentario debe ser una acción obligatoria y no voluntaria para todas las entidades / empresas de la cadena.
7. Es importante que la ley recoja las sanciones necesarias para evitar la tentación de esquivar el principal objetivo de la ley: reducir el desperdicio alimentario en todas las fases. Junto a las sanciones es crucial incluir acciones pedagógicas y medidas que faciliten el cumplimiento.
8. La administración debe jugar un papel importante de vigilancia en el cumplimiento de la ley.
9. Creemos que la ley debe marcar plazos para su desarrollo y los instrumentos necesarios para su puesta en marcha, como el Plan Estratégico, el Plan de Control, las guías propuestas, etc.
10. Incluir la creación de un espacio de participación, decisión y acompañamiento en el que estén todos los actores involucrados, incluida la sociedad civil, para el cumplimiento de la ley.

En este artículo del Eleconomista.es se hace referencia a las críticas vertidas desde el Consejo Económico y Social (CES) y desde la Asociación de Fabricantes y Distribuidores AECOC.

El CES hace referencia de nuevo a la falta de claridad y precisión de algunos conceptos y definiciones que dañan la seguridad jurídica del texto. También señala, en línea con lo reclamado por el colectivo #LeySinDesperdicio, que es llamativo que no se haga más énfasis en la prevención de las pérdidas y desperdicio, y que no se coloque esta cuestión en lo alto de la jerarquía de prioridades. También AECOC reclama que la ley debería «incidir más en la prevención».

El CES hace también referencia a que la ley debe exigir que «las donaciones, se lleven a cabo con plenas garantías de la salvaguarda de la seguridad alimentaria y la calidad de los productos». En su dictamen también aboga «porque la ley, antes de su entrada en vigor, tenga en consideración las distintas características de los distintos sectores que van a verse afectados, como el tamaño de las empresas, los autónomos, así como la conveniencia de reforzar el sistema de incentivos, entre otros, los de carácter fiscal».

En la misma línea, AECOC, como asociación empresarial, crítica el espíritu sancionador de la ley y muestra su preferencia por otros modelos más incentivadores, como el italiano.

En relación al plan de prevención de perdidas y desperdicio que contemple cómo se aplica la jerarquía de prioridades (artículo 6), AECOC señala que «convendría precisar si las empresas van a tener la obligación de presentar/registrar el plan que exige la Ley y, en ese caso, ante quién debe presentarse».

Otro aspecto en el que incide AECOC es en que la ley debe ser más precisa en su exigencia de trazabilidad (artículo 9). Consideran «fundamental indicar qué tipo de trazabilidad se va a exigir en la donación/redistribución de alimentos» que en este terreno opinan «que disponer de trazabilidad por lote es extremadamente complejo en estos casos y, quizás, imposible de cumplir por parte de las entidades beneficiarias». A AECOC le preocupa que la ley genere mucha burocracia «que reste eficiencia y competitividad a las empresas».

“La Alimentación no tiene desperdicio” es una iniciativa de colaboración para reducir el desperdicio alimentario liderada por AECOC (https://www.alimentacionsindesperdicio.com/)

En este otro artículo de Agrodigital.com aparecen las críticas de la organización agraria Unión de Uniones de Agricultores y Ganaderos, que considera que debería desaparecer de la ley la expresión de pérdidas. La organización interpreta que la ley viene a señalar que la parte de la producción de una explotación que no se comercializa es una «perdida asimilable a un desperdicio alimentario» que estaría sujeta a penalizaciones o a la imposición de obligaciones que supondrían para el productor costes adicionales al coste ya ocasionado de producir y no comercializar.

Que a su juicio, debe quedar muy claro en la ley que el desperdicio «sucede a partir de la primera entrega de productos primarios». Mi impresión es que confunden algunos aspectos de la ley, que la misma habla de desperdicio precisamente en dichos términos, que cuando plantea obligaciones o buenas prácticas específicas se centra en la parte en los eslabones de distribución y venta, hostelería y restauración, en las entidades receptoras de donaciones, en algún caso en la industria. Y que no plantea penalizaciones ni obligaciones (al menos no de forma específica) en lo que tiene que ver con las pérdidas y el sector primario.

Informe sobre pérdidas de alimentos en el sector primario (WWF, 2021)

Las pérdidas y desperdicio de alimentos (PDA) afectan a todas las etapas de la cadena de suministro de alimentos. El segmento que menos se ha estudiado es sin duda el sector primario, en parte porque la obtención de datos es particularmente difícil y porque, a la hora de abordar la problemática de las PDA, el foco se ha puesto principalmente en la parte del desperdicio, en los últimos eslabones de la cadena (sobre todo en los países ricos).

La organización WWF (World Wild Fund for Nature – Fondo Mundial para la Naturaleza) ha emitido recientemente un informe en el que evalúa la magnitud e impacto medioambiental de las pérdidas de alimentos en el sector primario, tanto en cosecha (incluyendo así los alimentos que quedan en el campo) como tras ella (pérdidas post-cosecha, siempre en el sector primario, sin incluir las etapas de almacenamiento, distribución y procesamiento). En este enlace se puede acceder al sitio web desde el que se pueden descargar diferentes documentos:

  • WWF-UK (2021). Driven to waste: The Global Impact of Food Loss and Waste on Farms. Technical Report (145 páginas).
  • WWF-UK (2021). Enviado a la basura: pérdida global de alimentos en granjas. Resumen del informe (3 páginas).

La evaluación realizada aporta datos a nivel mundial y desagregados por regiones y por categorías de alimentos. Los resultados son muy interesantes y algunos de ellos ponen en duda determinados mantras establecidos acerca de la magnitud, localización geográfica y causas de las pérdidas de alimentos en el primer eslabón de la cadena alimentaria.

Las pérdidas en el sector primario son superiores a lo publicado previamente

El informe da un valor global de 1.200 millones de toneladas, de las que más de un 75 % son productos de origen vegetal, destacando los más perecederos como frutas, hortalizas, raíces y tubérculos (figura 1). Este volumen de pérdidas supone un 15,3 % de la producción total de alimentos, distribuido entre un 8,3 % en cosecha y un 7,0 % en las actividades post-cosecha.

Figura 1. Distribución del volumen de pérdidas en el sector primario en las distintas categorías de alimentos. Elaborado a partir de WWF (2021). Driven to waste: The Global Impact of Food Loss and Waste on Farms.

1.200 millones de t es mucho más que lo registrado en referencias previas. En el último documento sobre pérdidas globales de alimentos (FAO 2019, ver entrada previa), se hacía una estimación en la que el Índice de Pérdidas de Alimentos (IPA) a nivel mundial alcanzaba el 14 % de la producción de alimentos, pero en este estudio no se incluían las pérdidas en cosecha (por ejemplo, no se incluía la producción que queda en el campo) y sí se incluían las etapas post-cosecha de almacenamiento, procesamiento y distribución mayorista. El informe de WWF hace una estimación de que si en el IPA se tuvieran en cuenta las pérdidas en cosecha, este aumentaría hasta valores del 20-25 % de la producción mundial de alimentos.

Imagen tomada durante un espigamiento de pimientos en el Proyecto Buruxka. El informe de WWF (2021) cuantifica las pérdidas de alimentos en el campo, a diferencia del informe de la FAO (2019), que no las contempla en la determinación del Índice de Pérdidas de Alimentos.

En base a lo anterior y a lo recogido en otros estudios, como el muy reciente sobre desperdicio de alimentos (UNEP 2021) que daba una cifra de 931 millones de t a nivel mundial (ver también entrada previa), en el informe se hace una estimación de que las PDA a nivel global rondarían el valor de 2.500 millones de t, alrededor de un 40 % de la producción mundial de alimentos. De nuevo esto estaría muy por encima de las cifras descritas previamente, como los 1.300 millones de t y 1/3 de la producción mundial procedentes del famoso y tan repetidamente citado estudio «Pérdidas y desperdicio de alimentos en el mundo – alcance, causas y prevención» (FAO 2011).

Los impactos medioambientales son también más elevados y están particularmente ligados a las pérdidas originadas en la producción de carne y leche

El informe evalúa el impacto ambiental asociado a las pérdidas en el sector primario en cinco aspectos distintos, con las siguientes cifras globales:

  • Emisiones GEI = 2,2 Gt de equivalentes de CO2, distribuidos en función de la categoría de alimentos de acuerdo a lo que aparece en la figura 2.
Figura 2. Distribución de las emisiones de GEI asociadas a las mismas pérdidas en el sector primario en las distintas categorías de alimentos. Elaborado a partir de WWF (2021). Driven to waste: The Global Impact of Food Loss and Waste on Farms
  • Potencial de acidificación = 12,0 Gt equivalentes de SO2. Potencial de eutrofización = 10,0 Gt equivalentes de PO4(-3). Ambos ligados principalmente a la categoría de carne y productos de origen animal (pérdidas de leche particularmente)
  • Uso de agua = 760 km3, el 37 % ligado a la producción de cereales y leguminosas y el 22 % a las pérdidas en producción de carne y productos de origen animal.
  • Uso de tierra = 442 millones de ha. La mitad, alrededor de 220 millones de ha, está ligada de nuevo a las pérdidas asignadas a la producción de carne y productos de origen animal (debido a la necesidad de pastos y a la tierra necesaria para la producción agrícola destinada a producir los piensos).

Se constata una vez más que, en lo que se refiere al impacto ambiental, el sector más relevante es el de la producción de carne y leche. Las pérdidas asociadas a estas categorías suponen únicamente el 13 % del volumen total de pérdidas del sector primario (figura 1) pero, dado que los recursos de todo tipo necesarios para producir estos productos son muy superiores a los necesarios para producir otros productos (vegetales), esta contribución porcentual se incrementa mucho en cualquiera de los impactos ambientales analizados.

Las pérdidas en el sector primario se dan en todo el mundo, más incluso en los países más ricos

Desde la publicación del estudio de la FAO (2011) se extendieron dos ideas. La primera que en los países de mayores ingresos las PDA se concentran en el segmento del consumo de alimentos (desperdicio de hogares y servicios de alimentación) mientras que en los países de menores ingresos el desperdicio era muy reducido. La otra idea era que, por contra, en estos países pobres existían grandes pérdidas en los primeros eslabones de la cadena de suministro de alimentos, derivadas sobre todo de limitaciones de carácter eminentemente técnico (malas infraestructuras, escasa mecanización, deficientes sistemas de almacenamiento y conservación de alimentos, etc.).

El estudio de la UNEP (2021) vino a desmentir la primera idea, al señalar que el desperdicio en los hogares no fue significativamente diferente entre los países de altos ingresos, los de ingresos altos-medios y los de ingresos medios-bajos (ver de nuevo la entrada previa).

Pues bien, el informe de la WWF viene a hacer lo mismo con la segunda idea, puesto que los datos obtenidos indican que las regiones de ingresos altos y medios (Europa, América del Norte y Asia industrializada), con un 37 % de la población mundial, contribuyen con un 58 % de las pérdidas en cosecha. Al mismo tiempo, los países de bajos ingresos, con el 63% de la población, tienen una participación del 54% en las pérdidas post-cosecha mundiales.

En términos per capita las diferencias son claras. En en las regiones más industrializadas las pérdidas en el sector primario oscilan entre 200 kg/año (Europa) y 300 kg/año (USA, Canadá, Oceanía); mientras que en los países en desarrollo rondan los 100-150 kg/año. Según el informe, una de las razones (entre otras muchas) de esta diferencia tiene que ver con el hecho la producción de las categorías más perecederas (frutas y hortalizas, carne, pescado, leche) en los primeros países es casi el doble de la de los segundos.

Los factores que impulsan las pérdidas en el sector primario son múltiples, muchos de ellos no de carácter técnico

El informe presenta diferentes estudios de caso y, en base a los mismos, concluye que detrás de las pérdidas de alimentos en el sector primario existen impulsores directos que tienen que ver con factores biológicos y medioambientales, técnicos (prácticas agronómicas, ganaderas y pesqueras), tecnológicos y de infraestructura. Todos estos factores tienen multitud de interacciones entre sí y, muy importante, con otros factores o impulsores indirectos que tienen que ver con el factor humano, y con aspectos políticos y de mercado (figura 3).

Figura 3. Esquema de los factores que condicionan las pérdidas de alimentos en el sector primario (elaborado y traducido a partir de WWF (2021). Driven to waste: The Global Impact of Food Loss and Waste on Farms).

La problemática es extremadamente compleja y darle solución evidentemente también. El informe señala que «aunque las soluciones tecnológicas y basadas en la formación siguen siendo una componente importante de las intervenciones para reducir las pérdidas» el éxito de cualquier iniciativa de este tipo va a depender a menudo de soluciones «más integrales» que incluyan intervenciones no solo en la etapa primaria sino también en etapas posteriores de la cadena alimentaria y que no solo aborden los factores biológicos y ambientales u otros factores directos, sino que simultáneamente aborden también factores indirectos.

En este sentido, el informe afirma que difícilmente se podrá avanzar en la reducción de las pérdidas en el sector primario sin que se den pasos para cambiar el sistema alimentario. Enfatiza que detrás de las pérdidas están muy presentes «desequilibrios de poder entre agricultores y minoristas; estructuras de mercado que mantienen a los agricultores separados del consumidor final; y falta de apoyo o políticas gubernamentales para impulsar el cambio«. Y que esta situación mantiene «reprimidos los ingresos de los agricultores» y perpetúa las pérdidas.

Espigamiento de almendras con BURUXKA

En octubre se han realizado más espigamientos en el marco del proyecto Buruxka. El pasado día 17 pudimos espigar almendras en una parcela cercana a Alloz (Navarra). 

La fecha era más bien tardía pero todavía quedaban en los árboles bastantes frutos. El dueño nos señaló que esta campaña ni siquiera se había preocupado en recoger las almendras porque no le merecía la pena. El precio de mercado era demasiado bajo. Nos explicó que el mismo viene en gran parte determinado por lo que ocurre en California, donde existen grandes explotaciones muy productivas. Cuando decidió plantar sus almendros, el pago que recibía por cada kg podía alcanzar un valor de alrededor de 2 euros, lo suficientemente elevado para que la explotación fuera razonablemente rentable. Pero en los últimos años se ha producido un paulatino descenso del valor de mercado (con excepciones puntuales) llegando a situarse en valores de 0,6 euros por kg.

Después de recoger las almendras se trasladaron al Centro de almacenamiento de BURUXKA, acondicionado en las instalaciones de la antigua bodega de Aritzala. Allí se retiraron las hojas, palos que acompañaban a los almendrucos, así como la piel que rodea su cáscara. Los 84 kg de almendrucos obtenidos finalmente se donaron al Servicio Social de Base de Iranzu y al Monasterio de Alloz.

Vista de la cámara de conservación del centro de almacenamiento en Aritzala (Tierra Estella – Navarra)

We are gleaners (primeros espigamientos en el proyecto BURUXKA)

El pasado 29 de septiembre fue el Día Internacional de la Concienciación sobre la Pérdida y Desperdicio de alimentos.

En el marco de esta celebración, la fundación catalana Espigoladors ha puesto en marcha una iniciativa (We are gleaners) para hacer visibles organizaciones que están trabajando en el ámbito de las pérdidas de alimentos en el sector primario. Entre ellas, aparece el proyecto Buruxka, en el que, tal y como se indicaba en la entrada anterior, se está iniciando el proceso de replicar en Navarra la experiencia de éxito de Cataluña.

En el marco de este proyecto recién iniciado se está trabajando en recabar la participación de productores de frutas y hortalizas de la zona de Tierra Estella, así como en la creación de una red de personas voluntarias interesadas en colaborar en los espigamientos.

Así, a finales de septiembre se realizaron los primeros espigamientos. El último de ellos precisamente el pasado día 29. Entre 12 personas recogimos en apenas hora y media 391 kg de tomate en una parcela de Sartaguda.

La parcela tenía una superficie de 2 ha. No obstante el espigamiento se realizó únicamente en las dos hileras (0,3 ha) en las que ya se había cosechado el tomate. El criterio para coger el tomate fue que estuviera maduro y sin daños físicos aparentes. Se espigaron cerca de 400 kg de tomate, lo que significa que, si se aplicara en toda la parcela el mismo procedimiento de cosecha, tras la misma se podría espigar aproximadamente de 2,6 toneladas de tomate (1,3 t/ha).

El tomate se llevó a la cámara frigorífica que se ha habilitado en el local cedido por el Ayuntamiento de Yerri para la realización del proyecto. Al día siguiente se donó a Cáritas de Estella.