Archivo de la categoría: Consumo y sensibilización

Apps contra el desperdicio alimentario

Desde hace varios años han ido proliferando las aplicaciones web para dispositivos móviles orientadas a la lucha contra el desperdicio alimentario. En su mayor parte se trata de aplicaciones dirigidas al consumidor en las que pueden identificarse ofertas de alimentos o comida «excedentarios» o «sobrantes», generalmente a precio reducido o rebajado, procedentes principalmente de restaurantes, aunque también establecimientos de venta de alimentos o, incluso, de particulares.

En esta entrada presentamos algunas de estas apps.

Algunas Apps que aparecen en Google Play bajo el nombre de búsqueda «desperdicio de comida»

Too Good To Go!. Posiblemente la App antidesperdicio más exitosa, con más de 15 millones de descargas, presente en 13 países europeos, entre ellos España. Dicen contar con más de 30.000 establecimientos (tiendas de alimentación y restaurantes) asociados. En mi ciudad, Pamplona, en el momento de escribir esta entrada aparecen 7. El funcionamiento de la aplicación es sencillo: se trata de seleccionar alguno de los establecimientos disponibles, hacer la compra a través de la aplicación, y acudir a la hora convenida (generalmente al final de la jornada) para recoger el «pack sorpresa».

Más allá de la propia aplicación, resulta muy recomendable visitar su web. En el apartado «El movimiento», apercen consejos, guías, casos de estudio, orientados a los hogares, a colegios/institutos, a empresas, así como una información bastante completa y actualizada sobre las estrategías políticas y la normativa relacionada con la lucha contra el desperdicio en Europa y otras regiones del mundo.

Hay otras aplicaciones con un funcionamiento muy similar, y con un número importante de descargas:

ResQ Club. Presente en el norte de Europa (Alemania, Suecia, Finlandia y Polonia), con más de 100,000 descargas.

Phenix. Creada en Francia, está disponible en muchas ciudades francesas y también Barcelona, Bruselas o Ginebra. Está más orientada a comercios de alimentos que a restaurantes. Más de 100.000 descargas.

Karma. Creada en Londres. Orientada a tiendas de alimentación, restaurantes, cafés y panaderías. Dicen tener más de 2.000 establecimientos asociados. También acumula más de 100.000 descargas.

OLIO. Creada en Reino Unido. Más de medio millón de descargas. Esta aplicación es un poco distinta. Su lema es «Comparte más. Desperdicia menos«. Busca evitar el desperdicio a través de «compartir alimentos entre vecinos». Permite tanto identificar ofertas como ofrecer alimentos. Para esto último simplemente hay que hay que subir una foto, hacer una una descripción de lo que se ofrece e indicar dónde y cuándo se puede recoger. La página web es bastante completa y ofrece contenidos adicionales interesantes.

OLIO: «¿Cuándo compartir comida pasó a ser más extraño que desperdiciarla?

En España hay disponibles otras aplicaciones similares pero que tienen un número de descargas y una implantación mucho más reducida: Tapper, principalmente en el área de Barcelona; Food to Bento, en Canarias; Food and Save, en Baleares; Yo no desperdicio, orientada a compartir alimentos entre particulares.

En otros países existen también otras aplicaciones con un número de descargas bajo:

A good opportunity (Una Buona Occasione). Esta es una aplicacion antidesperdicio distinta a las anteriores. Creada en italia, es una App en la que se pueden encontrar «noticias, consejos y sugerencias sobre cómo, dónde y cuánto tiempo debe almacenar más de 500 alimentos diferentes, (…), sobre cómo reutilizar restos y sobras, sobre la disponibilidad estacional de frutas y verduras, sobre cómo hacer una lista de compras y muchas otras cosas».

Myfoody. También en Italia esta App permite detectar productos cercanos a su fecha de caducidad o consumo preferente, que están a precio reducido en los establecimientos de venta ligados a la app.

NoFoodWasted. Creada y empleada en los Países Bajos. Su aplicabilidad es semejante a la de la aplicación anterior. Está muy extendida en toda Holanda.

FoodCloud. (Irlanda y Reino Unido). App orientada a la «redistribución de alimentos». Permite conectar establecimientos de venta de alimentos con entidades de caridad de cara a suministrarles productos alimentarios excedentarios. Tiene más de 10.000 descargas, cifra que que, teniendo en cuenta que no es una aplicación orientada a los consumidores finales, sino a entidades, es elevada. En la siguiente figura se ilustra el impacto de la aplicación en 2018, que parece muy destacable.

Fuente: FoodCloud Annual Report 2018

 

Selina Juul y la reducción del desperdicio alimentario en Dinamarca

Selina Juul es una mujer de origen ruso que tras emigrar a Dinamarca y quedar impresionada por la abundacia de la oferta de alimentos y su despilfarro, decidió tomar cartas en el asunto.

Se ha convertido en una activista antidesperdicio muy relevante. Es fundadora de la organización Stop Wasting Food.

En el siguiente video de la BBC se la señala como la principal impulsora de medidas en Dinamarca que, en 5 años, habrían logrado reducir el desperdicio de alimentos en un 25 % (ver reportaje en El País).

 

 

Estado de la lucha contra el desperdicio alimentario en España

En agosto siempre hay escasez de noticias. Recientemente en El País se ha publicado un reportaje sobre la cuestión del desperdicio alimentario en España. Se titula «España, incapaz de frenar el desperdicio alimenticio: tira al año 1.300 millones de kilos a la basura».

El reportaje se hace eco de los datos aportados por el MAPA a través del Panel de cuantificación del desperdicio alimentario en los hogares españoles, que indican que «los hogares españoles desperdiciaron entre enero y diciembre de 2018 un total de 1.339 millones de kg/l. de alimentos y bebidas, lo que supone un incremento del 8,9% con respecto al año anterior, es decir, 109 millones de kg/l más». Per capita, esto supone 24,7 kg, un valor de un orden semejante a los señalados en España y Cataluña en una entrada previa sobre datos del desperdicio alimentario en los eslabones finales de la cadena alimentaria, en la etapa de consumo.

Según el Panel un 84,2 % de los alimentos desechados son alimentos que no se han llegado a utilizar. Entre estos alimentos cerca de un tercio son frutas (sobre todo naranjas, manzanas y plátanos), seguidos de verduras y hortalizas frescas, y pan.

El reportaje habla de la estrategia «más alimento, menos desperdicio», considerando que sus actuaciones están fundamentalmente orientadas al consumidor final, y de cómo hay voces que señalan la necesidad de profundizar en la estrategia tratando de involucrar a todos los eslabones de la cadena alimentaria. Indica que en junio de 2018 el Senado se pronunció al respecto a través de una «Ponencia de estudio sobre el desperdicio alimentario en el estado español», en la que entre otras cosas se sugería la creación de un observatorio en el que participen todos los actores involucrados.

En lineas generales, el reportaje constata que la lucha contra el desperdicio ha tenido avances escasos, y que se requeríría un impulso legislativo mayor a través del desarrollo de una ley específica sobre el tema.

Más vueltas con la dieta y la sostenibilidad ambiental del planeta

Hoy el diario El País publica un artículo, La dieta perfecta para salvar el planeta y la salud del ser humano, en el que se hace eco de un estudio realizado por la comisión internacional EAT-Lancet, publicado por la revista The Lancet en su número de este mes bajo el título «Food in the Antrhopocene: the EAT-Lancet Commission on healthy diets from sustainable food systems».

En el estudio se hace un llamamiento a cambiar de forma radical el sistema alimentario mundial, lo que debe ir de la mano de un cambio profundo del patrón dietético que se sigue actualmente en gran parte del mundo, en particular en las regiones más desarrolladas.

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Las legumbres deberían ser una fuente de proteínas mucho más presente en la dieta, según el estudio

En una línea de argumentación contraria a la descrita en la entrada anterior, en el estudio se señala que para asegurar un suministro suficiente de alimentos para toda la humanidad, que sea saludable y sostenible medioambientalmente, es urgente reducir drásticamente el consumo de productos de origen animal, en particular de carnes distintas a las de las aves, y aumentar el de productos de origen vegetal ricos en fibra y/o proteínas, es decir más hortalizas, frutas, legumbres y cereales (integrales), y menos productos muy almidonados como la patata, harinas muy refinadas y sus derivados, etc.

 

Más vueltas con la carne y el clima

En varias entradas anteriores se trata la problemática vinculada al incremento del consumo y producción de carne (y en general, de productos de origen animal) en el mundo y sus implicaciones sobre el cambio climático y la sostenibilidad ambiental del planeta.

En esta entrada se hace referencia a un artículo publicado hoy en El País (Sí, comer carne afecta al clima, pero las vacas no están matando el planeta), en el que se ponen en duda algunos de los datos publicados hasta la fecha sobre el impacto de la ganadería en el efecto invernadero, y se matizan las afirmaciones que atribuyen grandes beneficios medioambientales a la reducción del consumo de carne en favor de alimentos de origen vegetal. Interesante.

El artículo lo firma Frank M. Mitloehner, un profesor del Departamento de Ciencia Animal de la Universidad de California (UCDavis).

Entradas anteriores sobre el tema:

Pérdidas y desperdicio de alimentos en Francia

Francia es uno de los países europeos que más están desarrollando políticas e iniciativas en la lucha contra el desperdicio alimentario. A través del Pacto Nacional para luchar contra el desperdicio de alimentos Francia tiene el compromiso de reducir a la mitad el desperdicio de alimentos para el año 2025 y en este sentido desarrolló la Ley 2016-138 (11 de febrero de 2016).

La lucha contra el desperdicio de alimentos requiere avanzar en una cuestión básica que es el diagnosticar la magnitud real del problema.

En esta entrada se resumen algunos datos del documento publicado en 2016 por la «Agence de l’Environnement et de la Maîtrise de l’Energie» (ADEME), titulado «Pérdidas y desperdicio de alimentos – inventario y gestión en cada etapa de la cadena alimentaria«. El documento completo en francés, y el resumen ejecutivo en francés y en inglés se pueden encontrar en el siguiente enlace.

En el documento presentan los resultados de un estudio completo de las pérdidas y desperdicio de alimentos (PDA) a lo largo de la cadena alimentaria (producción, transformación, distribución y consumo en hogares y restauración). Dan datos globales y también diferenciando distintos tipos de productos.

Como concepto de PDA emplean uno semejante al planteado por la FAO, es decir, contemplan únicamente las partes comestibles de los alimentos (destinados a consumo humano) que se pierden a lo largo de la cadena alimentaria.

El estudio cifra las PDA globales en 10 millones de toneladas al año, es decir 150 kg per capita. En términos económicos valoran esto en 16.000 millones de euros, y en términos medioambientales en 15,3 millones de toneladas de equivalentes de CO2.

Señalan que una parte de los 10 millones (menos de 2 millones) de PDA se deriva a alimentación animal. Indican que esta cantidad no estaría contemplada en la estadística de «food waste» si se utilizase el concepto y la metodología FUSIONS.

La distribución de las PDA en los distintos segmentos de la cadena alimentaria es la siguiente:

  • Producción: 32 %
  • Transformacion: 19 %
  • Distribución: 14 %
  • Consumo: 33 %

Destaca el hecho de que la proporción asignada al sector primario y a la distribución es superior a la señalada en otros estudios realizados a nivel europeo (ver entrada previa), mientras que lo correspondiente a la etapa de consumo es claramente menor (33 %, 50 kg per capita).

También destaca el hecho (figura siguiente) de que en consumo las pérdidas en restauración son superiores, en términos relativos, a las pérdidas en los hogares. Así, mientras que únicamente el 15 % de la comida es consumida en restauración, la proporción de las PDA en consumo debidas a la restauración asciende al 42 %.

El 58 % restante se corresponde a las PDA en los domicilios. En los hogares franceses se desperdician 29 kg por habitante y año, que es un valor cercano al observado en los pocos estudios existentes en España y Cataluña, y de nuevo mucho menor al descrito por la FAO, y en menor medida por otros estudios a nivel europeo (ver entrada previa).

Cuando se analizan los resultados de los distintos tipos de productos se observan diferencias tanto en cuanto a la magnitud de las PDA como a su distribución en la cadena alimentaria. Los porcentajes de pérdidas en peso estimados en el estudio son:

  • Verduras: 24 %
  • Frutas: 22 %
  • Grandes cultivos (trigo, patata, etc.): 20 %
  • Productos de origen animal: 13 %

Las frutas y hortalizas se pierden en gran medida en la etapa de producción, mientras que los productos de origen animal se desperdician más en la etapa de consumo.

Una cuestión interesante que se analiza en el estudio es el valor económico de las pérdidas. Hacen estimaciones y destacan que el valor comercial unitario de las pérdidas se va incrementando conforme se va avanzando en la cadena alimentaria. Evaluan el valor comercial de las PDA de la siguiente forma:

  • 2 630 € por persona trabajadora en la etapa de producción primaria.
  • 4 970 € por persona trabajadora en las industrias alimentarias.
  • 6 260 € por persona trabajadora en el sector de la distribución.

Si bien los productos de origen animal tienen pérdidas del 13 % en peso, claramente menos que otros productos, el valor económico y el impacto medioambiental de las mismas es mucho mayor. El estudio estima que las pérdidas de productos de origen animal suponen el 54 % y el 82 % del valor total y de las emisiones de gases de efecto invernadero del conjunto de las PDA, respectivamente.

 

En Francia hay otros estudios de este tipo. Destacan los trabajos publicados por el INRA (Institute National de la Recherche Agronomique). En los siguientes enlaces se pueden encontrar las presentaciones realizadas en unas jornadas coloquio sobre el tema, y su publicación posterior en un número de una revista editada por el INRA: