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Informe sobre el Índice de Desperdicio de Alimentos en el mundo (UNEP, 2024)

En 2021 publicamos una entrada acerca del primer informe de la UNEP sobre el Índice del Desperdicio de Alimentos (Food Waste Index), que en 2019 se estableció en Naciones Unidas, junto al Índice de Pérdidas de Alimentos (Food Loss Index), como las principales referencias a utilizar en el seguimiento del grado de cumplimiento de la meta 12.3 de los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ver también entrada previa).

En esta entrada resumimos los nuevos datos disponibles en último informe publicado en marzo de este año (Food Waste Index Report 2024). Los resultados van en la línea del informe anteriormente citado, y parecen estar reforzados al proceder una fuente de datos más amplia.

En términos globales el desperdicio de alimentos a nivel mundial ascendería a 1052 millones de toneladas de alimentos, un 13 % superior a la cifra del informe de 2021 (931 millones de t). Esto supondría cerca de la quinta parte (19 %) de los alimentos disponibles para los consumidores, al que habría que añadir el 13 % de los alimentos que se pierden en las etapas previas de la cadena (producción primaria, manufactura y distribución mayorista), valor procedente de los datos proporcionados por la FAO sobre el Índice de Pérdidas de Alimentos (ver entrada previa).

Como se puede ver en la figura siguiente, la distribución del desperdicio entre los tres sectores de la cadena alimentaria que se contemplan en este índice queda prácticamente igual que en el informe anterior: el desperdicio en los hogares supondría el 60 %, seguido del producido en los servicios de comida (restauración, colectividades, hostelería, etc.) con un 28 %. El sector de la distribución y venta minoristas representaría el 12 % restante.

El informe emplea información de 288 fuentes de datos procedentes de 102 países. El segmento más estudiado es claramente el de los hogares con 194 fuentes de datos de 93 países (en el informe de 2021 fueron 52 países). Esto parece reforzar la idea ya muy consolidada de que los hogares son con diferencia el ámbito en el que el desperdicio es más importante.

También parece consolidarse la idea de que no hay relación entre el nivel de ingresos de los países y el nivel de desperdicio en los hogares, algo que ya se señalaba en el informe anterior y que venía a romper la idea previa de que en los hogares de países de bajos ingresos el desperdicio al final de la cadena era mucho más reducido que en los países ricos. En la figura siguiente, elaborada a partir de datos que aparecen en el documento anexo al informe, se puede comprobar esto:

Se afirma que hay indicios de una cierta relación entre el desperdicio per capita en los hogares y la temperatura media de los países. Parece observarse un mayor desperdicio en los países más cálidos. Se indica que puede deberse a múltiples factores, como por ejemplo al hecho de que en las regiones más cálidas se suele dar un mayor consumo de alimentos frescos con una gran fracción no comestibles, y a la falta de una cadena de frío adecuada. A mi juicio esta relación no está del todo demostrada, y el propio informe indica que debe tomarse con mucha cautela. Entre otras razones porque, aunque se ha mejorado en la cantidad de información disponible, solo algunas regiones del mundo parecen aportar datos con cierta fiabilidad (Australia, Estados Unidos, Japón, Reino Unido y la UE; Canadá y Arabia Saudí en hogares).

Se incluye la UE como región con datos fiables, y es cierto que se han hecho muchos esfuerzos, pero ya hemos indicado en alguna entrada anterior que queda mucho trabajo por hacer para unificar los métodos de medición en los estados miembros y contar con datos verdaderamente comparables entre unos y otros. En la siguiente figura se presentan los promedios de desperdicio en varios países europeos aportados en el informe de la UNEP. Emplean para ello datos procedentes de Eurostat y de otras fuentes. Se comprueba que hay importantes diferencias de unos países a otros y que no parece observarse ningún tipo de tendencia derivada, por ejemplo, de la situación geográfica o nivel de ingresos.

Conviene explicar que el dato de España (61 kg) viene a ser el doble al dato aportado por Eurostat (30 kg). Como se indicaba en una entrada anterior, la cifra española recogida por Eurostat procede del panel de Cuantificación del Desperdicio Alimentario en los Hogares, que evalúa fundamentalmente los alimentos que se tiran sin ser utilizados (en 2020 unos 23 kg per capita) más los restos de recetas cocinadas que no se aprovechan (en 2020 unos 7 kg per capita). Por lo tanto, es presumible que queden fuera de estas cifras la mayor parte de las partes no comestibles de los alimentos (pieles, huesos, etc.) que se retiran durante su cocinado o consumo. Esta es la presunción que hace la UNEP en su informe, en el que señala que recalcula el dato de Eurostat para incorporar en su estimación las partes no comestibles.

Para terminar, en el informe se afirma, entre muchas otras cosas, que hay que mejorar mucho los datos procedentes del segmento del servicio de comidas, que es muy heterogéneo y en el que conviven organizaciones y negocios muy diversos.

También que parecen observarse disparidades entre las zonas urbanas y las rurales, en el sentido de que en éstas últimas el desperdicio sería menor, quizá porque pueda haber un mayor desvío de los restos de comida hacia la alimentación animal (ganadería y animales domésticos) y el compostaje comunitario. No obstante, también se señala que hace falta más estudios en el ámbito rural para confirmarlo.

En definitiva, en el informe parece observarse un avance relativamente importante en relación a la cantidad y, en menor medida, la calidad de los datos disponibles, pero deja claro también que hay mucho camino por recorrer.

Datos de la FAO sobre pérdidas de alimentos

En una entrada previa ya lejana, se describieron las definiciones e índices de pérdidas (Food Loss) y desperdicio (Food Waste) establecidos por la FAO en el informe de 2019 sobre «El estado mundial de la agricultura y la alimentación«, dedicado a los «Progresos en la lucha contra la pérdida y el desperdicio de alimentos«. En este informe se hacía una primera estimación de las pérdidas de alimentos en el mundo, cifrándolas en cerca de un 14 % de la producción mundial.

En relación al desperdicio, la UNEP publicó después el primer informe sobre el Food Waste Index (2021), que se describió también en otra entrada. Según el mismo el desperdicio en la distribución minorista y en el consumo, dentro y fuera del hogar, alcanza a nivel mundial una cifra de 931 millones de toneladas, lo que representaría alrededor del 17 % de la producción mundial de alimentos.

En relación a las pérdidas, desde 2019 la FAO no ha emitido un informe propiamente dicho, pero en el portal de datos de indicadores de ODS se puede acceder a hojas de cálculo en las que aparecen datos del índice de pérdidas de alimentos, y de porcentaje de pérdidas de alimentos en el mundo y en distintas regiones, en 2016, 2020 y 2021.

La siguiente figura resume los datos recogidos para 2021.

Elaborado con datos de «Food Loss Percentage» recogidos del Portal de datos de indicadores de ODS de la FAO

Se observa que el porcentaje de pérdidas varía sustancialmente entre regiones. Mientras que en Europa toma valores entre el 5 y el 11,7 %, en Latinoamérica y América Central ronda el 15 %, y en África oscila entre 16,1 % en el norte hasta 20-23,6 % en el sur y oeste.

A nivel global, se comprueba que en término medio, el porcentaje de pérdidas no ha cambiado apenas respecto al informe de 2019. Se sitúan en un 13,2 %, lo que, según nuestros cálculos, representaría alrededor de 720 millones de toneladas de alimentos perdidos en todas las etapas de la cadena de suministro que proveen los alimentos (producción primaria, post-cosecha, manufactura y distribución mayorista).

En el famoso estudio de la FAO de 2011 se estimaban estos valores en 1.300 millones de toneladas y 1/3 de la producción mundial de alimentos. Conviene recordar que en aquel momento el concepto de pérdidas y desperdicio era sustancialmente distinto al actual.

Informe sobre el desperdicio de alimentos en el mundo (UNEP, 2021)

El pasado mes de marzo la ONU hizo público el Informe del índice de desperdicio de alimentos 2021, elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA, United Nations Environment Programme – UNEP) y la organización asociada de Reino Unido WRAP.  En él se recogen los últimos datos disponibles sobre el desperdicio de alimentos en el mundo, y en sus distintas regiones y países. El informe toma como referencia los conceptos y e índices de medida establecidos por la FAO en 2019 (ver entrada anterior). Es un documento importante, que viene a actualizar el famoso documento de la FAO de 2011.

UNEP 2021 FWI

El informe estima que en 2019 se generaron alrededor de 931 millones de toneladas de desperdicio de alimentos, el 61 % de los cuales provino de los hogares, el 26 % del servicio de alimentos y el 13 % restante del comercio minorista. Esto representa que se desperdicia el 17 % de la producción mundial total de alimentos (el 11 % en los hogares, el 5 % en el servicio de alimentos y el 2 % en el comercio minorista).

Fuente: elaborado a partir de datos recogidos en Food Waste Index – Report 2021 (UNEP)

El informe señala que las estimaciones anteriores subestimaron significativamente la escala del desperdicio de alimentos por parte de los consumidores. En este sentido dicen que la nueva estimación aporta una cifra de desperdicio en hogares y servicios de alimentos por encima del doble de la referida en el anterior estudio de la FAO (Gustavsson et al., 2011). En mi opinión, aunque quizá sea cierta esa subestimación previa, cualquier comparación directa entre ambos estudios debe hacerse con mucha cautela, en particular porque en el estudio de 2011 se pretendía estimar únicamente las partes comestibles de los alimentos, y en el actual se contempla todo, tanto las partes comestibles como las no comestibles.

Un aspecto muy llamativo del informe es que viene a contradecir la idea que se repetía como un mantra de que el desperdicio per capita se concentraba sobre todo en en los países de más altos ingresos, siendo tanto menor cuanto menores eran los ingresos de los países, hasta resultar casi inexistente en las regiones más pobres, como el África subsahariana. Pues bien, en este nuevo informe se señala que el desperdicio en los hogares no fue significativamente diferente entre los países de altos ingresos, los de ingresos altos-medios y los de ingresos medios-bajos. En el caso de los países de bajos ingresos, se indica que no se encuentran datos suficientes para establecer algún tipo de conclusión.

Fuente: elaborado a partir de datos recogidos en Food Waste Index – Report 2021 (UNEP)

El estudio recoge datos procedentes de 152 fuentes, procedentes de 54 países. La mayoría de los estudios proceden de países de ingresos altos, especialmente en los sectores de servicios alimentarios (78 %) y de venta al por menor (87 %). A nivel de hogares la distribución es más uniforme entre los grupos de ingresos, ya que el 54 % de los 52 países que tienen estimaciones existentes son países de ingresos altos, el 23 % son países de ingresos medios altos y el 19% son países de ingresos medios bajos. Sólo dos países de ingresos bajos cuentan con estimaciones sobre el desperdicio de alimentos en los hogares.

El documento incluye un análisis detallado de la calidad de los datos disponibles. Indican que, pese a que se está avanzando y están proliferando estudios de cuantificación, todavía hay mucho trabajo que hacer para reducir la incertidumbre de los datos. Consideran que en la actualidad solo 17 países disponen de datos de alta calidad compatibles con la monitorización en al menos un sector del grado de cumplimiento del ODS 12.3 de reducción del desperdicio alimentario. Y que además otros 42 países cuentan con alguna estimación de medición que, con algunas pequeñas actualizaciones, podría crear una estimación compatible con el ODS 12.3.

En el informe se recoge un desperdicio per capita en los hogares españoles de 77 kg, dato al que el informe otorga un nivel de confianza medio. Para dar esta cifra se utiliza como fuente de referencia el trabajo de Caldeira et al. (2019), en el que se hacía una revisión del desperdicio alimentario en la UE, y que se describió en detalle e una entrada previa.

Desperdicio en la cadena alimentaria: panorámica de datos disponibles (Europa)

Los datos disponibles en relación al desperdicio de alimentos son todos ellos estimativos y están condicionados en gran medida por la metodología y el concepto (pérdida, desperdicio, residuo alimentario, etc.) aplicados para su obtención.

En esta entrada realizamos una comparativa de los principales datos disponibles en relación a la cantidad de alimentos desperdicidados/residuos alimentarios generados en Europa. Los datos proceden de tres estudios, el famoso estudio de la FAO sobre las pérdidas y desperdicio de alimentos en el mundo (2011), y dos informes realizados sobre estimaciones de residuos alimentarios en Europa, emitidos en 2010 y 2016 (ver referencias).

Antes de presentar los datos conviene reseñar las principales diferencias entre unos estudios y otros en cuanto a qué etapas de la cadena alimentaria contemplan y en cuanto a cual es el objeto de cuantificación.

Los datos de la Comisión Europea de 2010 no incluyen la etapa de producción primaria, y tampoco se estudia la postcosecha como etapa en sí misma, sino que probablemente esté incluida implícitamente en la etapa de procesamiento (al igual que FUSIONS 2016), aunque este punto no quede claro. En el estudio de la FAO la última etapa es la de «consumo», que se entiende incluye el consumo de alimentos en los hogares y en otros ámbitos (restauración, etc.).

El objeto de evaluación es también distinto. En el estudio de la FAO se trata de cuantificar las pérdidas y desperdicio de alimentos, entendidas estas como la masa de alimentos comestibles no consumida a lo largo de las distintas etapas de la cadena alimentaria. Los estudios europeos por su parte cuantifican más bien los «residuos alimentarios» (food waste), que incluirían tanto las partes comestibles como las no comestibles. Además en el caso del informe FUSIONS 2016, no se tienen en consideración aquellos «subproductos» que se redirigen hacia alimentación animal, de acuerdo a la «definición FUSIONS de Food waste«, mientras que en el de la FAO no se hace referencia a esta cuestión, y en el de la Comisión Europea no queda claro. En el documento se señala que parte de lo cuanfificado iría en la práctica a alimentación animal (en particular parte de lo generado en la etapa de procesamiento), pero no se sabe ni se dice cuánto.

El ámbito geográfico también es distinto. En el estudio de la FAO se habla de Europa y la Federación Rusa, que sumarían una población de unos 750 millones de personas, mientras que en los otros estudios se ciñen a la UE, con una población de unos 500 millones de personas.

Esta es una de las razones por las que el volumen total cuantificado es mucho más del doble en el estudio de la FAO que en los otros:

Los datos de FUSIONS 2016 (UE-28)* son los correspondientes a la parte comestible de los residuos alimentarios totales

No obstante, también en términos per capita el documento de la FAO alcanza un valor superior a los otros dos estudios (280 kg por persona y año, frente a alrededor de 175 en los estudios europeos, 100 en el estudio de FUSIONS considerando solo las partes comestibles).

Es interesante ver también que en el estudio de la FAO se estima que las PDA supondrían un 31 % de los alimentos producidos para consumo humano, mientras que en los estudios europeos esa cifra se reduce mucho, hasta el 20 % considerando partes comestibles y no comestibles, y hasta el 12 % considerando solo las primeras. Son diferencias muy elevadas.

Los datos de «Hogares» de FAO 2011 son de «Consumo» (incluyen restauración y catering). Los datos de FUSIONS 2016 (UE-28)* son los correspondientes a la parte comestible de los residuos alimentarios totales, calculados aplicando los coeficientes señalados en el propio informe: 50 % para producción primaria y procesmamiento, 83 % en distribución, 60 % en hogares y 59 % en restauración y catering. Los valores de porcentaje de color azul entre paréntesis se corresponden con la estimación de las PDA/residuos alimentarios respecto al total de alimentos producidos para consumo humano

Atendiendo a lugar de la cadena alimentaria donde se producen las pérdidas se observan claras diferencias entre los estudios en dos etapas. En la etapa de la producción primaria, los valores son muchísimo mayores en el estudio de la FAO que en el de FUSIONS lo cual no tiene fácil explicación. Por su parte en el sector del procesamiento, los valores del estudio de la CE 2010 son superiores a los observados en los otros estudios (39 % en la UE-27 frente a la 17 y 12 % en los otros estudios, figura 3).

Donde parece haber más consenso es en lo que respecta al desperdicio al final de la cadena alimentaria. En Europa el desperdicio en el consumo es muy elevado. Sobre esta cuestión se ha realizado una entrada posterior en el blog.

Conviene señalar es que es precisamente en las etapas de consumo, en particular en los hogares, donde es más fácil obtener datos relativamente fiables, y por esta razón, es la etapa de la cadena alimentaria más y mejor estudiada en relación a las pérdidas y desperdicio de alimentos.

Las etapas previas como el procesamiento y sobre todo, la producción primaria han sido mucho menos evaluadas, por ser etapas más difíciles de abordar y de las cuales existen estadísticas mucho menos fiables.

Figura 3. Distribución porcentual de las PDA/residuos alimentarios en los distintos eslabones de la cadena alimentaria contemplados en cada estudio.

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También hay mucho consenso en lo que respecta a la etapa de distribución y venta. Siempre aparece cómo la etapa más eficiente, en la que se genera un volumen menor de PDA/residuos alimentarios, alrededor siempre del 5-7 % del total generado en la cadena alimentaria. Las empresas de la distribución repetidamente alegan que son muy eficientes, lo cual es muy posible que sea cierto puesto que en ello les va en buena medida el negocio. No obstante, cabría preguntarse  hasta que punto estas empresas, siendo muy eficientes, trasladan o no ineficiencias corriente arriba y corriente abajo de la cadena; como resultado de sus políticas de aprovisionamiento de productos de los productores y procesadores y/o de sus estrategias de marketing y venta dirigidas a los consumidores.

En definitiva, en esta entrada se demuestra la variabilidad de los datos disponibles y la necesidad de realizar avances en la definición de criterios comunes acerca de qué, cómo y dónde se mide.

Referencias

EC. 2010. Preparatory study on food waste acros EU-27.

FAO. 2011. Global Food Losses and Waste. Extent, Causes and Prevention.

FUSIONS. 2016. Estimates of European food waste levels.