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Críticas a la estrategia de la UE contra el desperdicio de alimentos

En la revista on-line Food Navigator, recientemente se publicó un artículo que se hacía eco de las críticas vertidas en un informe del Tribunal de Cuentas de la UE en relación a la estrategia de la Comisión Europea para reducir las pérdidas y desperdicio de alimentos.

La auditoría pretendía responder a la cuestión ¿contribuye la UE en lograr una cadena alimentaria eficiente en el uso de recursos combatiendo de forma eficaz el desperdicio alimentario?

logoSTOP FOOD WASTE

Y la respuesta fue que no. Dice que se puede mejorar mucho la estrategia de la UE en este sentido y que las mejoras no deben ir tanto en promover nuevas iniciativas (existen muchas) o en proveer fondos para crear nuevas plataformas de discusión sobre soluciones, sino en hacer una apuesta decidida por alinear las políticas existentes que afectan al desperdicio alimentario, y mejorar la coordinación tanto dentro de la comisión como entre la comisión y los estado miembros. Se trataría de crear las condiciones político-jurídicas que favorezcan el desarrollo y la sostenibilidad de iniciativas contra el desperdicio.

El informe señala que pese a la creciente importancia del tema en la agenda política internacional la ambición de la Comisión Europea al respecto ha disminuído. Señala que el hecho de que todavía hoy no haya una definición común de «food waste» en la UE, ni  consenso en una referencia o línea base que permita establecer metas concretas de reducción ha dificultado la progresión en este área. Dice que es urgente resolver esta cuestión.

El informe hecha en falta una estrategia clara, en la que se coordinen las distintas políticas que puedan afectar al «food waste». Señala que se debe avanzar en ese terreno y que el «food waste» debe estar explícitamente reflejado en dichas políticas. Hace referencia principalmente a la PAC (Política Agraria Común), a la política común de pesca, y a las políticas que tienen que ver con higiene y seguridad alimentaria.

También señala que la donación de alimentos a través de, por ejemplo, los bancos de alimentos son una realidad creciente, pero que se enfrenta a ambiguedades y barreras normativas, a una cierta inseguridad jurídica. Sugiere que la Comisión Europea clarifique la legislación (directiva de residuos, ley general de alimentos, etc.) para que se impulse la donación de excedentes de alimentos en buen estado que de otra forma se van a tirar.

 

 

 

 

 

Plan de Residuos de Navarra 2017-2020 – contra el desperdicio

En diciembre del 2016 el Gobierno de Navarra aprobó el Plan de Residuos de Navarra 2017-2020, tras un largo proceso en el que un buen número de agentes implicados y ciudadanos pudieron participar.

Este plan cuenta con dos pilares. Uno es el Plan de Gestión, que tiene que ver con todas las actividades encaminadas a recoger, separar selectivamente, preparar para reutilizar, reciclar y valorizar y, finalmente, eliminar los residuos generados.

Y el otro, que se presenta como prioritario, es el Programa de Prevención, que tiene como objetivo reducir en un 12 % para 2027 la cantidad de residuos generados en Navarra, tomando como referencia el año 2010.

Dentro de este programa de prevención, aparecen una serie de medidas orientadas de forma explícita a la disminución del desperdicio alimentario. Así, el plan de prevención presenta una serie de lineas estratégicas. La línea 1 lleva por nombre Biorresiduos. Producción, consumo y uso sostenible de alimentos. El plan establece como medida para desarrollar esta línea la participación de la Comunidad Foral de Navarra en la «Estrategia: más alimento, menos desperdicio« del MAGRAMA.

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Se desea que en esta tarea estén involucrados el mayor número posible de los agentes clave públicos y privados vinculados a la producción, transformación, distribución y venta, y redistribución de alimentos, así como centros educativos. El Banco de Alimentos de Navarra (BAN) ha sido uno de los principales impulsores de la inclusión de esta línea estratégica en el plan de residuos.

Para el desarrollo de esta medida en el programa se plantean 6 tipos de acciones, que de forma resumida son:

  1. Crear una mesa de trabajo intersectorial (bancos de alimentos, distribución, comerciantes, etc.) para impulsar y dinamizar la prevencion de residuos alimentarios.
  2. Elaborar y difundir un plan de acción de prevención de residuos en la cadena alimentaria, con participación y liderazgo por parte del BAN y otras entidades, en línea con la «alianza contra el despilfarro alimentario» en la que participan el BAN, la administración a través de la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona, y varias empresas distribuidoras de alimentos.
  3. Apoyo a iniciativas que permitan la recogida de alimentos aprovechables en toda Navarra. Y también de los no aprovechables evitando que sean vertidos envasados a los contenedores (sin previa separación del contenido).
  4. Acuerdos con agentes clave de sectores estratégicos para la creación de canales estables de aprovechamiento de excedentes alimentarios en las distintas etapas de la cadena alimentaria (producción, fabricación y distribución).
  5. Elaboración de pliegos tipo dirigidos a los servicios de restauración colectiva con criterios de prevención de residuos.
  6. Formación y asesoramiento de agentes clave con vistas a reducir el despilfarro alimentario. Liderar el desarrollo y ejecución de campañas de sensibilización para la reducción y redistribución del desperdicio alimentario.

Estimaciones de «food waste» (FUSIONS) en Europa

 esta entrada se hace un breve resumen de los aspectos más relevantes del documento «Estimates of European Food Waste Levels», publicación de marzo de 2016 del proyecto europeo FUSIONS.

En el informe aparecen las estimaciones más recientes en relación a las pérdidas y desperdicio de alimentos a lo largo de la cadena alimentaria en la UE-28. Están elaboradas con datos de los años 2012 y 2013.

Es importante indicar que el concepto de «Food waste» o «residuo alimentario» considerado en el estudio es el concepto previamente definido en el propio proyecto FUSIONS, concepto del que ya se habló en una entrada anterior: «residuo alimentario es cualquier alimento, y partes no comestibles de alimento, separado de la cadena de suministro de alimentos para ser recuperado o desechado (incluyendo el compostaje, las producciones no cosechadas, la digestión anaerobia, la producción de bio-energía, la co-generación, la incineración, y el vertido por alcantarillado, en vertedero o al mar)».

Por lo tanto, en los datos se contabilizan tanto partes comestibles como no comestibles. En los conceptos de «pérdidas y desperdicio» de la FAO no se contempla la parte no comestible.

Las grandes cifras son las siguientes:

Pérdida y desperdicio de alimentos total anual = 87,6 millones de toneladas (entre 74 y 101 millones, teniendo en cuenta la incertidumbre), que representan 173 kg por persona y año. En el estudio señalan que teniendo en cuenta que en 2011 en la UE se produjeron alrededor de 865 kg de alimentos por persona y año, las pérdidas ascenderían a un 20 % del total producido.

El coste asociado a estas pérdidas se estima en 143.000 millones de euros.

«Food waste» en la UE-28 en 2012 (millones de t; porcentaje) en los distintos eslabones de la cadena alimentaria (elaborado a partir de FUSIONS, 2016).

Estas pérdidas se concentran en la parte final de la cadena (hogares, 53 % en volumen, 68 % en valor) y en el procesado de alimentos (19 % en volumen).

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«Food waste» per capita y coste asociado en los distintos eslabones de la cadena alimentaria (elaborado a partir de FUSIONS, 2016).

Para el cálculo del coste o valor se determinó previamente qué proporción de los residuos alimentarios se podía considerar «comestible». Los porcentajes asignados fueron: 50 % para producción primaria y procesado, 83 % para distribución y venta; 59 % para HORECA y 60 % para los hogares. A continuación y se aplicó un valor de coste a cada tonelada de residuo comestible, valor que se va incrementando conforme se avanza a lo largo de la cadena alimentaria:

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Valor asignado a cada tonelada de residuos alimentarios comestibles en los distintos eslabones de la cadena alimentaria (elaborado a partir de FUSIONS, 2016).

Desde el primer momento en el informe se señala que se trata de estimaciones sujetas a una incertidumbre importante, debido principalmente al pequeño número existente de estudios recientes con datos de calidad suficiente.

Esto afecta a todos los eslabones de la cadena alimentaria, pero particularmente a la etapa de procesado y sobre todo a la producción primaria. Los estudios más abundantes y robustos parecen ser los correspondientes a los residuos alimentarios y/o desperdicio en los hogares.

Los países que aportan la mayor parte de los datos de alta calidad son del norte y oeste de Europa: Reino Unido, Alemania, Suecia, Dinamarca, Austria, Finlandia, Francia (en algunos sectores de la cadena), etc.

España no aporta ningún estudio, en ninguno de los eslabones de la cadena, ni siquiera en el de los hogares.

Hay dos aspectos que el informe no incorpora en sus cifras, pero a los que hace referencia.

Por un lado, señala que en las cifras obtenidas no se ha incorporado lo concerniente a las actividades de redistribución de alimentos al final de la cadena (a través de bancos de alimentos, o de forma directa desde la distribución a instituciones de caridad). Señala que hay pocos datos al respecto, y cita algunos estudios realizados en Austria, Países Nórdicos, Reino Unido y Holanda. También señala que la Federación Europea de Bancos de Alimentos (FEBA) estimó que en 2014 se redistribuyeron 410.000 toneladas de alimentos (en su página web aparece la cifra de 531.000 t en el año 2015).

Por otro lado, y más importante aún desde el punto de vista cuantitativo está el tema de la alimentación animal. En el informe se indica que los alimentos y sub-productos dirigidos a alimentación animal tampoco se han incluido en la contabilización de «food waste» (puesto que esta vía de aprovechamiento está fuera de la propia definición FUSIONS de «food waste»). Indican que es una opción muy comunmente adoptada en varios sectores (en particular en el procesado, en algunos subsectores de la industria alimentaria) dado que evita o reduce el coste asociado a las tasas por vertido y puede generar un retorno financiero. Pero que no hay datos definitivos al respecto, y que pueden ser datos sujetos a variabilidad en tiempo de tal forma que es difícil conocer en un momento dado y para un determinado sector qué parte se deriva a alimentación animal y qué parte va a tratamiento o se elimina. Dan algunos datos de estudios sobre el tema. Indican que la European Former Foodstuff Proccessor Association (EFFPA) dice que en 2015 unos 5 millones de toneladas de alimentos y subproductos se usaron para alimentar animales, y que esta cifra podría incrementarse hasta 7 millones de aquí a 2025.

Para acabar, los autores señalan que aunque es claro que los datos aportados son estimaciones con una incertidumbre relativamente alta, se trata del primer intento de aplicar una definición común de «food waste» y encontrar vías y procedimientos adecuados para contar con una base de datos válida y monitorizable en la UE. Señalan que los estados miembros deberían ir dando pasos para incoporar el concepto y los procedimientos de cuantificación en los distintos eslabones de la cadena para que esto fuera posible. También señalan que sería conveniente incoporar a las estadísticas datos sobre la redistribución de alimentos al final de la cadena y desde luego tratar de cuantificar las corrientes de residuos alimentarios que se dirigen a alimentación animal o a tratamiento de residuos.

Colaboración Banco de Alimentos de Navarra y Mancomunidad de Pamplona

Noticia (Diario de Navarra, 4/06/2015) relativa al premio en la Exposición Universal de Milán 2015 al convenio de colaboración entre el Banco de Alimentos de Navarra (BAN) y la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona (MCP), que ha permitido una mejor gestión de la recogida de alimentos que «tienen próxima la fecha de caducidad o que se encuentran en envases defectuosos». Se recogen entre 1000 y 2.000 kg diarios de alimentos en «71 centros comerciales pertenecientes 21 empresas de la distribución». La MCP financia la recogida diaria por medio de dos furgonetas que recorren diariamente los supermercados y tiendas de alimentación adscritas al convenio. Los alimentos son clasificados por los voluntarios del BAN, y redistribuidos a las entidades de consumo con rapidez.

Se trata realmente de una iniciativa «antidesperdicio» casi única. No es habitual que los bancos de alimentos reciban alimentos de este tipo desde el sector de la distribución minorista. La forma habitual en que los bancos de alimentos se nutren de productos procedentes de la distribución minorista son las «grandes recogidas» que se organizan una o varias veces al año, en las que es la población la que hace la aportación comprando alimentos para el banco.

En youtube hay disponible un vídeo de la Mancomunidad que habla de esta iniciativa.