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Plan de Residuos de Navarra 2017-2020 – contra el desperdicio

En diciembre del 2016 el Gobierno de Navarra aprobó el Plan de Residuos de Navarra 2017-2020, tras un largo proceso en el que un buen número de agentes implicados y ciudadanos pudieron participar.

Este plan cuenta con dos pilares. Uno es el Plan de Gestión, que tiene que ver con todas las actividades encaminadas a recoger, separar selectivamente, preparar para reutilizar, reciclar y valorizar y, finalmente, eliminar los residuos generados.

Y el otro, que se presenta como prioritario, es el Programa de Prevención, que tiene como objetivo reducir en un 12 % para 2027 la cantidad de residuos generados en Navarra, tomando como referencia el año 2010.

Dentro de este programa de prevención, aparecen una serie de medidas orientadas de forma explícita a la disminución del desperdicio alimentario. Así, el plan de prevención presenta una serie de lineas estratégicas. La línea 1 lleva por nombre Biorresiduos. Producción, consumo y uso sostenible de alimentos. El plan establece como medida para desarrollar esta línea la participación de la Comunidad Foral de Navarra en la «Estrategia: más alimento, menos desperdicio« del MAGRAMA.

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Se desea que en esta tarea estén involucrados el mayor número posible de los agentes clave públicos y privados vinculados a la producción, transformación, distribución y venta, y redistribución de alimentos, así como centros educativos. El Banco de Alimentos de Navarra (BAN) ha sido uno de los principales impulsores de la inclusión de esta línea estratégica en el plan de residuos.

Para el desarrollo de esta medida en el programa se plantean 6 tipos de acciones, que de forma resumida son:

  1. Crear una mesa de trabajo intersectorial (bancos de alimentos, distribución, comerciantes, etc.) para impulsar y dinamizar la prevencion de residuos alimentarios.
  2. Elaborar y difundir un plan de acción de prevención de residuos en la cadena alimentaria, con participación y liderazgo por parte del BAN y otras entidades, en línea con la «alianza contra el despilfarro alimentario» en la que participan el BAN, la administración a través de la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona, y varias empresas distribuidoras de alimentos.
  3. Apoyo a iniciativas que permitan la recogida de alimentos aprovechables en toda Navarra. Y también de los no aprovechables evitando que sean vertidos envasados a los contenedores (sin previa separación del contenido).
  4. Acuerdos con agentes clave de sectores estratégicos para la creación de canales estables de aprovechamiento de excedentes alimentarios en las distintas etapas de la cadena alimentaria (producción, fabricación y distribución).
  5. Elaboración de pliegos tipo dirigidos a los servicios de restauración colectiva con criterios de prevención de residuos.
  6. Formación y asesoramiento de agentes clave con vistas a reducir el despilfarro alimentario. Liderar el desarrollo y ejecución de campañas de sensibilización para la reducción y redistribución del desperdicio alimentario.

Estimaciones de «food waste» (FUSIONS) en Europa

 esta entrada se hace un breve resumen de los aspectos más relevantes del documento «Estimates of European Food Waste Levels», publicación de marzo de 2016 del proyecto europeo FUSIONS.

En el informe aparecen las estimaciones más recientes en relación a las pérdidas y desperdicio de alimentos a lo largo de la cadena alimentaria en la UE-28. Están elaboradas con datos de los años 2012 y 2013.

Es importante indicar que el concepto de «Food waste» o «residuo alimentario» considerado en el estudio es el concepto previamente definido en el propio proyecto FUSIONS, concepto del que ya se habló en una entrada anterior: «residuo alimentario es cualquier alimento, y partes no comestibles de alimento, separado de la cadena de suministro de alimentos para ser recuperado o desechado (incluyendo el compostaje, las producciones no cosechadas, la digestión anaerobia, la producción de bio-energía, la co-generación, la incineración, y el vertido por alcantarillado, en vertedero o al mar)».

Por lo tanto, en los datos se contabilizan tanto partes comestibles como no comestibles. En los conceptos de «pérdidas y desperdicio» de la FAO no se contempla la parte no comestible.

Las grandes cifras son las siguientes:

Pérdida y desperdicio de alimentos total anual = 87,6 millones de toneladas (entre 74 y 101 millones, teniendo en cuenta la incertidumbre), que representan 173 kg por persona y año. En el estudio señalan que teniendo en cuenta que en 2011 en la UE se produjeron alrededor de 865 kg de alimentos por persona y año, las pérdidas ascenderían a un 20 % del total producido.

El coste asociado a estas pérdidas se estima en 143.000 millones de euros.

«Food waste» en la UE-28 en 2012 (millones de t; porcentaje) en los distintos eslabones de la cadena alimentaria (elaborado a partir de FUSIONS, 2016).

Estas pérdidas se concentran en la parte final de la cadena (hogares, 53 % en volumen, 68 % en valor) y en el procesado de alimentos (19 % en volumen).

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«Food waste» per capita y coste asociado en los distintos eslabones de la cadena alimentaria (elaborado a partir de FUSIONS, 2016).

Para el cálculo del coste o valor se determinó previamente qué proporción de los residuos alimentarios se podía considerar «comestible». Los porcentajes asignados fueron: 50 % para producción primaria y procesado, 83 % para distribución y venta; 59 % para HORECA y 60 % para los hogares. A continuación y se aplicó un valor de coste a cada tonelada de residuo comestible, valor que se va incrementando conforme se avanza a lo largo de la cadena alimentaria:

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Valor asignado a cada tonelada de residuos alimentarios comestibles en los distintos eslabones de la cadena alimentaria (elaborado a partir de FUSIONS, 2016).

Desde el primer momento en el informe se señala que se trata de estimaciones sujetas a una incertidumbre importante, debido principalmente al pequeño número existente de estudios recientes con datos de calidad suficiente.

Esto afecta a todos los eslabones de la cadena alimentaria, pero particularmente a la etapa de procesado y sobre todo a la producción primaria. Los estudios más abundantes y robustos parecen ser los correspondientes a los residuos alimentarios y/o desperdicio en los hogares.

Los países que aportan la mayor parte de los datos de alta calidad son del norte y oeste de Europa: Reino Unido, Alemania, Suecia, Dinamarca, Austria, Finlandia, Francia (en algunos sectores de la cadena), etc.

España no aporta ningún estudio, en ninguno de los eslabones de la cadena, ni siquiera en el de los hogares.

Hay dos aspectos que el informe no incorpora en sus cifras, pero a los que hace referencia.

Por un lado, señala que en las cifras obtenidas no se ha incorporado lo concerniente a las actividades de redistribución de alimentos al final de la cadena (a través de bancos de alimentos, o de forma directa desde la distribución a instituciones de caridad). Señala que hay pocos datos al respecto, y cita algunos estudios realizados en Austria, Países Nórdicos, Reino Unido y Holanda. También señala que la Federación Europea de Bancos de Alimentos (FEBA) estimó que en 2014 se redistribuyeron 410.000 toneladas de alimentos (en su página web aparece la cifra de 531.000 t en el año 2015).

Por otro lado, y más importante aún desde el punto de vista cuantitativo está el tema de la alimentación animal. En el informe se indica que los alimentos y sub-productos dirigidos a alimentación animal tampoco se han incluido en la contabilización de «food waste» (puesto que esta vía de aprovechamiento está fuera de la propia definición FUSIONS de «food waste»). Indican que es una opción muy comunmente adoptada en varios sectores (en particular en el procesado, en algunos subsectores de la industria alimentaria) dado que evita o reduce el coste asociado a las tasas por vertido y puede generar un retorno financiero. Pero que no hay datos definitivos al respecto, y que pueden ser datos sujetos a variabilidad en tiempo de tal forma que es difícil conocer en un momento dado y para un determinado sector qué parte se deriva a alimentación animal y qué parte va a tratamiento o se elimina. Dan algunos datos de estudios sobre el tema. Indican que la European Former Foodstuff Proccessor Association (EFFPA) dice que en 2015 unos 5 millones de toneladas de alimentos y subproductos se usaron para alimentar animales, y que esta cifra podría incrementarse hasta 7 millones de aquí a 2025.

Para acabar, los autores señalan que aunque es claro que los datos aportados son estimaciones con una incertidumbre relativamente alta, se trata del primer intento de aplicar una definición común de «food waste» y encontrar vías y procedimientos adecuados para contar con una base de datos válida y monitorizable en la UE. Señalan que los estados miembros deberían ir dando pasos para incoporar el concepto y los procedimientos de cuantificación en los distintos eslabones de la cadena para que esto fuera posible. También señalan que sería conveniente incoporar a las estadísticas datos sobre la redistribución de alimentos al final de la cadena y desde luego tratar de cuantificar las corrientes de residuos alimentarios que se dirigen a alimentación animal o a tratamiento de residuos.

Proyecto REFRESH de la Unión Europea

Tras el proyecto FUSIONS, llega REFRESH, acrónimo de «Resource Efficient Food and Drink for the Entire Supply Chain», proyecto de la UE cuyos objetivos son:

«Desarrollar acuerdos estratégicos para reducir los residuos de alimentos con gobiernos,  empresas y actores locales en cuatro países piloto (España, Alemania, Hungría y los Países Bajos). Se pide a la comunidad empresarial y a otras partes interesadas que participen en la prueba de nuevos enfoques para reducir el desperdicio de alimentos y reproducir estos enfoques en otros países».

«Formular recomendaciones políticas en la UE y apoyar la aplicación nacional de marcos de política en materia de residuos alimentarios»

«Diseñar y desarrollar innovaciones tecnológicas para mejorar la valorización de los residuos alimentarios, por ejemplo, del procesamiento de alimentos»

logorefreshEn total el proyecto cuenta con 26 socios de 12 países comunitarios y de China. Por parte española el socio participante es el Centre de Recerca en Economia i Desenvolupament Agroalimentari (CREDA-UPC-IRTA).

El proyecto comenzó en julio de 2015 y finalizará en junio de 2019. Se estructura en 8 paquetes de trabajo, cada uno de ellos liderado por una organización.

  1. Consumer understanding in relation to waste generation, handling, reuse and by-product valorization
  2. Business engagement: Frameworks for Action
  3. Policy framework for food waste prevention, recycling, and reuse
  4. Behavioural economic approaches and scenarios for food waste prevention, reduction and valorization
  5. Environmental and life cycle costing dimensions of food waste
  6. Valorization of waste streams and co-products
  7. Communication, impact oriented dissemination, and exploitation
  8. Project Management

En la página web del proyecto se pueden descargar ya una buena cantidad de resultados derivados de los distintos paquetes de trabajo.

REFRESH también está en Twitter

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Rescate de frutas y hortalizas «feas»

Una de las causas de las pérdidas de alimentos en los países del norte es la no comercialización de productos hortícolas por el mero hecho de no cumplir con los estándares estéticos (forma, calibre, etc.) exigidos por las normativas y por el sector de la distribución.

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En este enlace se hace referencia a una inciativa de unos estudiantes universitarios alemanes que han creado una start-up, a través de la cual actúan como intermediarios entre productores y consumidores para dar salida a este tipo de productos.

Prevención y gestión de residuos: definiciones normativas

En dos entradas anteriores se presentaron las definiciones de residuo, residuo doméstico, residuo industrial, biorresiduo, etc., y de subproducto, tal y como establece la Ley 22/2011 de residuos y suelos contaminados, que es la transposición de la Directiva 2008/98/CE.

En la ley también se establecen una serie de definiciones que persiguen distinguir entre prevención, gestión de residuos, recogida, tratamiento, eliminación, valorización, reciclado, etc., que se tratan a continuación.

Antes conviene señalar el artículo 8 de la ley que establece que «la siguiente jerarquía de residuos servirá de orden de prioridades en la legislación y la política sobre la prevención y la gestión de los residuos». Esta jerarquía se suele representar mediante una pirámide invertida para reflejar dichas prioridades:

Jerarquia de residuos

Tenemos entonces como prioridad la prevención (prevention) que tiene que ver con las «medidas adoptadas antes de que una sustancia, material o producto se haya convertido en residuo, para reducir: a) la cantidad de residuo, incluso mediante la reutilización de los productos o el alargamiento de la vida útil de los productos; b) los impactos adversos sobre el medio ambiente y la salud humana de la generación de residuos, o c) el contenido de sustancias nocivas en materiales y productos».

La reutilización (re-use) es por lo tanto una operación de prevención descrita en la norma como «cualquier operación mediante la cual productos o componentes que no sean residuos se utilizan de nuevo con la misma finalidad para la que fueron concebidos».

A continuación tendriamos ya operaciones que constituyen diversas formas de gestionar los residuos, definida la gestión de residuos (waste management) como «la recogida, el transporte y tratamiento de los residuos».

A su vez, recogida (collection): es la  «operación consistente en el acopio de residuos, incluida su clasificación y almacenamiento iniciales con el objeto de transportarlos a una instalación de tratamiento de residuos». Tambien se define en particular la recogida separada (separate collection) como «la recogida en la que un flujo de residuos se mantiene por separado, según su tipo y naturaleza para facilitar un tratamiento específico».

Y por tratamiento (treatment): las operaciones de valorización o eliminación, incluida la preparación anterior a la valorización o eliminación.

Así, por valorización (recovery) se entiende «cualquier operación cuyo resultado principal sea que el residuo sirva a una finalidad útil al sustituir a otros materiales que de otro modo se habrían utilizado para cumplir una función particular, o que el residuo sea preparado para cumplir esa función, en la instalación o en la economía en general».

Dentro de las operaciones de valorización algunas se podrán catalogar también como operaciones preparación para la reutilización (preparing for re-use) definida como «la operación de valorización consistente en la comprobación, limpieza o reparación, mediante la cual productos o componentes de productos que se hayan convertido en residuos se preparan para que puedan reutilizarse sin ninguna otra transformación previa». En el ámbito de las actividades que afectan a los residuos biodegradables generados en la cadena alimentaria no hay muchos ejemplos de este tipo de operaciones.

Las operaciones de valorización de este tipo de residuos generalmente encajan mejor dentro de la categoría de operaciones de reciclado (recycling) que son aquellas mediante las cuales «los materiales de residuos son transformados de nuevo en productos, materiales o sustancias, tanto si es con la finalidad original como con cualquier otra finalidad. Incluye la transformación del material orgánico, pero no la valorización energética ni la transformación en materiales que se vayan a usar como combustibles o para operaciones de relleno». Estas últimas operaciones se corresponderían con otros tipos de valorización.

Por último, la opción menos deseable dentro de la jerarquía de gestión de los residuos es la eliminación (disposal) definida como «cualquier operación que no sea la valorización, incluso cuando la operación tenga como consecuencia secundaria el aprovechamiento de sustancias o energía».

Todos estos términos se han querido reflejar en esta segunda versión de la pirámide invertida de la jerarquía de residuos.

Jerarquia de residuos2

El sector de distribución alimentaria español dice que no desperdicia

Esta noticia del 3 de junio de 2015 señala la respuesta del sector de la distribución alimentaria española a la Ley francesa de Transición Energética (ver entrada del 22 de mayo).

El sector se pronuncia diciendo que una ley similar no sería necesaria en España, ya que «lleva años implementando políticas «voluntarias» contra el despilfarro que han permitido alcanzar muy buenos resultados», y defendiendo que en España «solo el 5% del desperdicio se genera en la fase de distribución, mientras que el consumidor es el responsable del grueso del despilfarro, con una cuota superior al 40%».